Ante la situación actual de cuarentena, los adultos podemos sentirnos sobrecargados. A nuestras responsabilidades de siempre, se suma la suspensión temporal de las redes de apoyo en la crianza, y la alteración de los ritmos de vida de todos por el uso distinto que daremos a los espacios. El comedor o la pieza serán oficinas y el living el nuevo lugar de juegos. Habrá que compartir cada lugar de la casa y llevar a cabo los quehaceres diarios de siempre. Como adultos deberemos además encontrar serenidad para transmitirla a nuestros niños y niñas, dentro de la tensión que producen tantos cambios, y la incertidumbre por el futuro.

Todo esto basta para generar mucho estrés, y por supuesto priorizaremos acompañar a nuestros hijos y hijas en este proceso, vigilando que no tengan accidentes, que estén entretenidos, ordenando para no caer en el caos, preocupados de cocinar sano y desinfectar. Esto puede frustrar mucho al adulto cuidador, pues estas tareas se traslapan, y no son compatibles con las responsabilidades laborales.  Como kínder nos gustaría dar algunas recomendaciones sobre el espacio y tipo de actividades de manera de compatibilizar todas las actividades. Sin olvidar que hay roles que no nos corresponde tomar. Al adulto le competerá su trabajo y el bienestar físico y emocional de sus hijos, mas no el rol de profesor ni la responsabilidad de todas las tareas del hogar. Recordemos que, con menos redes, hay objetivos que no lograremos cumplir y debemos estar en paz con eso. Sin embargo, un niño o niña desde temprana edad podrá jugar sin asistencia durante al menos 40 minutos, y más a medida que crezca. Para esto ayudará la configuración del lugar de juegos destinados a los niños, que describimos en el post anterior: “Recomendaciones Kínder Fidel Sepúlveda” que a grandes rasgos recomienda determinar un espacio cerrado o bien definido, evitar elementos que requieran supervisión para no tener que corregir, que el juego sea exploratorio, y los juguetes estén a la vista y alcance. No es necesario sobrecargar de material. Ojalá los juguetes no se guarden todos en una sola caja, ni el espacio de juego esté en un lugar por donde otros tengan que circular. Ambas situaciones entorpecerán el juego.

La clave de estos días es la autonomía. Buscamos que nuestros niños y niñas desarrollen un juego autónomo que les permita ampliar su distancia del adulto cuidador, tanto física como emocional, y de manera armónica para toda la casa. Decimos que niños y niñas con apego seguro pueden salir a explorar y jugar con profundidad y calma porque llevan a la mamá (o cuidador principal) en el corazón. Con esto queremos decir simplemente que cuando lo tratan, cuando le hablan, cuando lo cuidan, es con ternura y respeto. Nuestras recomendaciones presuponen esa alta calidad en el trato. Un trato violento lo es doblemente para el niño y niña, quien no tiene a nadie más a quien recurrir emocional y físicamente más que a su adulto cuidador.

En los quehaceres cotidianos de comida y limpieza, la niña y el niño querrán acompañarnos, por lo que es más fácil aceptar un poco de lentitud y sumarlos. Para eso habilitemos para ellos elementos de participación: una escoba o la responsabilidad de la pala, una mesa baja en la cocina y un cuchillo apropiado para cortar vegetales blandos (una silla de madera de adulto servirá), su ropa y zapatos a su altura, una fuente con agua para lavar la fruta, que no se rompa y a la que tengan acceso, etc. Cada tarea diaria tiene un elemento en el que el niño y niña puede y desea participar. Con niños y niñas pequeños, es normal que pierdan el interés, y los dejaremos ir y volver, pero no los esperaremos salvo que lo soliciten.

No todo ámbito adulto es compatible con el cuidado infantil y eso está bien. Es muy útil poner límites que sirvan a la familia, como establecer una zona sin ruidos o una zona sin juguetes. Recurramos aquí a algunas prácticas de juego preparado. Además de los juguetes habituales distribuidos como describimos más arriba, dispondremos de “bandejas” con actividades cerradas. En cada bandeja, que puede ser cualquier tipo de contenedor, estarán todos los elementos necesarios para realizar una actividad y ningún distractor. Cada familia pondrá las normas de uso que necesite, por ejemplo, que, al terminar de usarse los elementos, vuelvan al contenedor y se guarden donde se encontraron; o no. Recordemos que nosotros como cuidadores proponemos, pero serán los niños quienes den el uso y tiempo al material.

Estos contenedores se ponen en repisas a la altura del niño, y ofreceremos una mesa a la que trasladarlos para su uso. En las imágenes a continuación hay algunos ejemplos.

Lo más probable es que debamos hacer una demostración de cada bandeja para que la niña y niño internalicen los materiales, desde ahí, la opción es de ellos.

Permitamos esta zona de exploración libre, sin interrumpir cada vez que le veamos concentrada o concentrado, ni siquiera para corregir, dejemos que haya un lugar de desorden. Sobre todo, recordemos que habiendo estructura y cariño, estos pueden ser días muy felices para nuestros niños y los adultos podremos dedicar tiempo a salir adelante.