En los posts anteriores hicimos una breve aproximación a cada uno de los 4 sentidos basales, que son los sentidos que se desarrollan durante el primer septenio (0 a 7 años), el sentido vital, del tacto, del movimiento y del equilibrio, vislumbrando aquellos factores que propician su desarrollo así como los que lo dificultan.
Hoy quisimos abordar algunas de las claves que permiten el cuidado saludable de estos 4 sentidos, que serán a su vez los precursores por excelencia del desarrollo físico, emocional, social y cognitivo del niño/a.
Vínculo
El vínculo es la base fundamental para el desarrollo de todo ser humano, es el cimiento sobre el cual se edifica el niño/a. Durante los primeros años, este vínculo se ejerce a través de los cuidados cotidianos, la muda, la vestimenta, la alimentación, el baño y el sueño, los cuales conforman momentos ideales de conexión, presencia y complicidad. Los cuidados de calidad le entregan al niño/a seguridad, autonomía, autoestima y confianza, potenciando todas las áreas de desarrollo.
Rutina
Es el camino conocido, la ruta que ordena y guía, así como “la gota de agua horada la piedra” la rutina le aporta equilibrio, salud y fuerza al crecimiento del niño/a. No es necesario centrarse en los horarios, pero sí en el ritmo del día, en los ritmos de sueño y vigilia, de alimentación, de actividades al aire libre y en el interior, de momentos en comunidad y momentos individuales, incorporando hábitos y ritos familiares. Todo lo cual vivifica la voluntad y el sentido de pertenencia del niño/a.
Movimiento
Inteligencia es cerebro y cuerpo en movimiento. Es la gran clave que hoy se estudia más que nunca, ya que durante los primeros años del niño/a será la plataforma de su desarrollo cognitivo, social, afectivo y físico. El desarrollo del lenguaje, la atención, la memoria, la representación mental, la concentración, entre otros, dependen de la madurez del sistema motor, el cual sólo se desarrolla ejercitándose, o sea, en movimiento: caminar, correr, trepar, balancearse, columpiarse, hamacarse, esconderse, rodar, jugar, andar en bici, etc. La recomendación de movimiento libre durante todo el primer septenio (de 0 a 7 años) es de un 75% del tiempo despierto del niño/a, o sea, la mayor parte de su día.
Experiencias sensoriales
Los sentidos durante los primeros años son el modo de conocer el mundo, por lo que el tipo de experiencias a las que se exponga el niño/a van a ser relevantes en su crecimiento. Todos los sentidos maduran saludablemente en el encuentro amoroso y armónico con el mundo. El ambiente cumple un rol principal; materiales naturales, juguetes con poca intervención, calidez y organización espacial, así como el contacto con la naturaleza, actividades cotidianas (como amasar, lavar, regar, etc.), el trato respetuoso, la alimentación saludable, son algunas claves. Es importante cuidar la exposición a pantallas, la contaminación acústica y el exceso de estímulos.
Lenguaje oral
El niño/a desarrolla su lenguaje en presencia de un adulto/a que le hable bien, claro y bello. Aprovechar al máximo los juegos de faldas, las rimas, la poesía, los cuentos, los cantos y las rondas, todos ellos recursos altamente sensoriales. Experiencias lingüísticas de calidad sentarán las bases para el desarrollo del habla, la imaginación, la creatividad y las capacidades intelectuales.
Los sentidos son ventanas por las que el niño/a percibe el mundo y a través de las cuales sale hacia él. Brindar un cuidado a las experiencias que conforman su ambiente es brindarle salud y bienestar.
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